Es difícil amar... (?)
(Nota: Las imagenes las saqué de este sitio, permiso...)
En esta vida citadina, loca y estresante, en que hay cada vez más espacio para los hedonismos y menos para los afectos sinceros y desinteresados, es más y más común ver parejas en conflicto. El amor ha ido perdiendo terreno rápidamente, y va muriendo a manos de la rutina, del desencanto, de los problemas de dinero, de la incapacidad de comunicarse… y, lo peor de todo, pisoteado sin piedad por nuestros propios egoísmos olvidando que para amar, hay que estar dispuesto a ceder mucho y mutar constantemente, adaptándose de tal manera, que seamos capaces de construir un nuevo estado, hermoso y fuerte, llamado NOSOTROS. El “NOSOTROS” es un ser completamente nuevo que nace del “ensamble” de dos personas, que a partir de lo que sienten la una por la otra, son capaces de crear un mundo nuevo, OTRO MUNDO, distinto del que teníamos cuando estábamos solteros y éramos un YO individual.
Muchas parejas hemos sucumbido ante la incapacidad de mantener a este NOSOTROS vivo. Hemos fallado en nutrirlo correctamente y en hacernos responsables de su crecimiento y desarrollo, por esto cabe preguntarse: “Es difícil amar?”. La verdad, es que yo tampoco tengo la respuesta, amigos. Lo único que me queda claro es que para hacerlo (y disfrutarlo de verdad) hay que aplicar la única, primera y básica regla, que de tan simple, se nos olvida siempre:
Para amar, primero hay que DAR y después (y a veces, muuuucho después), RECIBIR.
- Es que el/ella no me acepta como soy.
- Tenemos muchas diferencias, o, somos demasiado distintos.
- El/ella no me entiende.
- Me pide cosas que no soy capaz de dar (o peor, no estoy dispuesto/a).
- No estoy preparado/a para vivir en pareja.
… y así sigue un laaargo etecé.
Puede que esas razones sean perfectamente válidas y atendibles, pero bajo ellas subyace una verdad encubierta. TODAS parten desde el YO… entonces, que ocurre con el OTRO? Nos hemos detenido a pensar EN SERIO en como se siente EL OTRO frente a esas sentencias que le tiramos a la cara sin piedad?
Hay que pensar que el OTRO también desea que la pareja funcione; que desde sus limitaciones naturales de ser humano (tanto como las nuestras) nos ama y está haciendo todo lo posible por hacernos felices y está experimentando, haciendo su mejor esfuerzo para tener éxito (basado en el “trial and error system”), arriesgando a fallar muchas veces, porque hasta donde yo sé, nadie tiene la receta para ser feliz Y MENOS para hacer feliz al OTRO, cuestión verdaderamente difícil y misteriosa… Claro!!! Porque cuando uno jura que lo está haciendo de maravillas, viene el OTRO y te reclama por más atención, más amor, más y mejor sexo, por más comprensión, por más dinero, por más protección y un largo etecé otra vez… y entonces, te frustras y te sientes de vuelta a “foja cero”… ahí, lo único que te queda es respirar profundo y empezar de nuevo, todas las veces que seas capaz. El amor da fuerzas para hacerlo.
Cuando veo a las parejas que se enredan en estas consideraciones y se enrollan en argumentos tan insustanciales como egoístas, me da mucha pena y sufro de verdad. Yo creo que amarse es fácil, si se hace desinteresadamente y poniendo un genuino interés y centro en el OTRO… Además, la vida es tan corta para disfrutarse, pero los YO son implacables e inflexibles y algunos no están dispuestos a ceder ni un centímetro… la dureza de sus estructuras los hace los mejores asesinos del proyecto del NOSOTROS.
Powered by Castpost
Un amigo, Emilio, en una de las tantas reuniones que tuvimos, nos contó una fábula que me dejó pensativa por varios días. Es así:
“Un maestro Zen, en su lecho de muerte, abriendo su boca, le preguntó a su discípulo qué veía. El discípulo se asomó a la boca desdentada y temblorosa, donde lo único que se destacaba era su lengua. El discípulo le dijo que veía una boca sin dientes. “Bien”, replico el maestro, “eso es lo que NO ves, pero qué VES?”. El discípulo rápidamente le contestó: “Sólo veo su lengua, maestro”. “Y eso que te deja de enseñanza, hijo mío?”, inquirió dulcemente el maestro. El discípulo, sorprendido, reflexionó largamente en la respuesta y replicó tristemente: “No he podido descubrirlo”. El maestro, dando un suspiro profundo, le dio la última gran enseñanza de su vida: “Hijo mío, mi boca te muestra que las estructuras duras e inflexibles son las primeras en caer, como mis dientes… y sólo aquellas que son capaces de mutar y adaptarse, siguen sobreviviendo hasta el final, así como mi lengua.”
Uf!!! Tremenda lección, no les parece?
A partir de aquel sabio consejo, entonces, y cuando tu vida te obliga a tomar decisiones drásticas y definitivas, cuando eres la consecuencia de tus propias (malas) decisiones, cuando pareciera que ya todo está perdido, o al menos difuso y/o agónico, siempre es bueno volver los ojos hacia adentro para poder tocar el cielo y recordar nuestros propios sueños e ilusiones y las metas más nobles por las que hemos luchado toda nuestra vida para volver a re-encantarnos, primero, con nosotros mismos y, después, con el maravilloso proyecto del NOSOTROS, de ese “tú y yo” que, en unión y armonía, son mucho más que dos!!!
Este post está dedicado con infinito amor a mis amigas más cercanas, a aquellas que veo casi a diario y a aquellas que están lejos, especialmente a mi amiga linda y preciosa, que, a la distancia, sigue queriéndome como el primer día de universidad, aquella que me conoció escribiendo poemas con el pseudónimo de “A Seagull on the Shore”.
“El amor es sufrido, es benigno. El amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. EL AMOR NUNCA DEJA DE SER.” (1 Corintios 13: 4-8).
Esta fue la lectura en mi matrimonio y la leímos juntos, mi esposo y yo, en la ceremonia (eso era raro en aquel tiempo, donde el sacerdote era el único que hablaba). Fue emocionante… y a pesar de todos mis errores, equivocaciones y egoísmos, he tratado de vivir, siguiendo esa ley divina y universal. No sé si eso me convierte en una soñadora empedernida, pero al menos me hace un poco mejor persona y me hace inmensamente feliz.
Siempre trato de recordar (y esto se lo dedico a mi amiga “Loca” también) que el verdadero amor subyace justo en el límite donde terminan nuestros sueños y comienza la realidad.
Amiga Loca, no te dejes vencer por los molinos de viento ni por las huestes del Señor de los Espejos. Recuerda:
“EL AMOR NUNCA DEJA DE SER”…