Como les había comentado en mi post anterior, el Jueves asistí al lanzamiento del libro póstumo de uno de los mejores profesores que tuve en la Universidad, el Dr. Leopoldo Wigdorsky. La ceremonia fue todo un éxito. El Salón de Honor estaba lleno, tanto, que tuve que estar de pie toda la ceremonia, cuando llegué ya no quedaban asientos.
Me dio mucho gusto volver a mi alma mater y percatarme, a través de lo que decían los expositores, que todo el conocimiento que creía perdido aún estaba allí, latente y fresco, como el primer día de Universidad. Sentí una nostalgia tremenda!!! Especialmente al encontrarme con algunos de mis antiguos profesores y ex-compañeros.
Se volvió a despertar en mí la pasión por el idioma, por investigarlo, sentirlo y descubrirlo, no sólo como una herramienta de comunicación, sino como instrumento de validación personal. Yo existo, soy en relación a mi idiolecto, y lo expreso a través de lo que digo y escribo. Tal como dijo su hermano, el actor y profesor de castellano, Sr. Luis Wigdorsky: “A través del idioma estoy diciendo: Escúchenme que estoy vivo y lo que digo vale la pena ser escuchado. Yo existo, estoy aquí”. Podríamos decir que, a este nivel, el lenguaje es el primer paso a la inmortalidad.
Cuando todos los expositores, uno a uno, fueron comentando su experiencia personal al leer el libro, fui recordando las clases del Sr. Wigdorsky, lo ameno y gracioso que era, su fino sentido del humor (siempre eficaz) y su rigor académico, que era impulsado por la pasión que sentía por lo que hacía, y que en aquel tiempo no entendí. Por supuesto que no. Aún me faltaba mucha vida para hacerlo!!!
Saludar a su esposa, la Sra. Elia, quien también fue mi profesora de fonética, fue un placer, y más todavía cuando lo primero que me dice es: Tú me debes un hijo!!! A pesar de tanto tiempo, aún me recordaba con el mismo cariño. Y fue grato, y me emocioné.
No tengo que decir que compré el libro y lo estoy leyendo ahora… y que me dan ganas de volver a las aulas para enseñar este tesoro!
El lenguaje es un instrumento poderoso, como ningún otro. A través de él te pueden informar, influenciar, mentir, transformar y reformar. No en vano, casi todas las disciplinas científicas descansan sobre la incuestionable confiabilidad del lenguaje y sus abstracciones, tales como la matemática, la música y la programación neuro-lingüística, entre otras, que lo toman como pie y base de sus experimentos y conclusiones.
Me apasioné al recordar tantos viejos conceptos conocidos y teorías que son muy entretenidas.
Uno de los capítulos por ejemplo, se titula: “Por la Boca Muere el Pez”, queriendo decir con esto que cuando uno habla, está diciendo mucho más de sí mismo que el simple enunciado en la estructura superficial. Para un lingüista avezado y hábil, será fácil saber más o menos tu edad, estrato social al que perteneces, región del país donde vives y hasta cuan competente eres en tu idioma nativo e incluso si tienes influencias de otros idiomas.
Otro capítulo habla de la redundancia de la lengua, ese despilfarro de información que lanzamos de vez en cuando, que es tan evitable como innecesario. Redundancia viene del latín undare (inundar, anegar). Así, explica el profesor que “re-undare” (redundancia) sería volver a inundar con palabras. Se imaginan aquello??? Es literalmente ahogarse con el exceso de palabras. Ahora, esto mismo, manejado con habilidad, hace de algunos artistas muy buenos humoristas, por ejemplo.
También recordé el gran desafío que tenemos los profesores de idiomas al intentar enseñar una lengua extranjera. Claro!, porque si nos preguntamos que es lo que pretendemos al enseñar un idioma extranjero, podemos llegar a las más locas conclusiones. Sin embargo la pregunta está mal hecha. Lo correcto es preguntarse "PARA QUE" la enseñamos. No será lo mismo, entonces, hacerle clases a un alto ejecutivo de una empresa líder en el mercado que necesita comunicarse eficientemente para pedir un taxi, hacer una reserva, pedir indicaciones, etc. como el nivel que necesitará un profesional que tiene que dar una charla sobre un tema específico a un grupo de colegas en este mismo idioma.
Y nos quedan dos temas de lo más simpáticos: Uno es la ambiguedad del lenguaje. (Cuando tratabamos este capitulo en clases, era para matarse de risa!!!) Algunos ejemplos:
No es lo mismo decir: Se vende ropa usada de dama que se vende ropa de dama usada... O, vio la cola de zorro que le salió a la vecina del frente?... o, peor aún, la perra de mi hermana está enferma. O esta otra frasecita: Hace tres meses que estoy esperando...
Dos, el correcto dominio de los niveles de formalidad:
No es lo mismo decirle a la polola "Te solicito un ósculo" que "dame um bechitooo". O escuchar al sacerdote en el palco decir solemnemente: "Debemos cuidar los pecados de la carne" - que - "Debemos cuidar los pecados de la [kanne]" (a menos que se refiera al asadito del fin de semana). Como pueden ver, no todo es seriedad en el estudio y la investigación del lenguaje.
En definitiva, el enfoque instrumental de los idiomas es lo que determinará el éxito logrado. Tal como unas tijeras manejadas con maestría – ejemplo que pone el Sr. Wigdorsky en su libro y que me parece muy lúcido. Estas tijeras no sólo sirven para cortar papel, sino que también tela, cartón y otros materiales. El resultado dependerá de la destreza o “competencia” con la cual el usuario pueda manejarlas. Cito: “Las potencialidades son infinitas y no serán agotadas por usuario alguno”. Ese es un ejemplo muy claro del poder que tiene el idioma. Y me impresioné al leer eso, que jamás será agotado por usuario alguno. Esto es súper fuerte. El idioma nos trascenderá en la existencia, no sólo como personas, también como raza. Cómo sabrían las siguientes especies que existimos y lo que hicimos? Todo lo sabrán a través de nuestro lenguaje, de lo que dejaremos como legado escrito, grabado, informado o registrado en cualquier medio que exista ahora o que existirá en el futuro. GUAU!!! No les parece potente eso?.
Ahora, si nos vamos al “Génesis” de los idiomas, llegaremos a nuestra famosa “Estructura Profunda”. En palabras simples (muy simples, la verdad) la Estructura Profunda es lo que subyace – lo que es común – para todos los idiomas del planeta. Es la estructura base que los sostiene, pero esta estructura no es rígida, es dinámica, está en constante movimiento. Sus componentes son como fichas de dominó que se mueven hacia delante o hacia atrás dependiendo de lo que produce un determinado idioma en su “superficie” (el habla o la escritura) y su posición dependerá del país o región donde ese idioma se hable (geolecto).
Así entonces, los padres, profesores y maestros deberían preocuparse de desarrollar y fortalecer las destrezas de sus hijos/alumnos para hacerlos más competentes, tanto en el idioma nativo como en uno o dos idiomas extranjeros. El nivel de competencia de un hablante nativo estará determinado por la comodidad que sienta para moverse entre los distintos registros y el nivel de sutileza que maneje. Así, su inteligencia emocional, su eficiencia al comunicarse y obtener lo que desea, la sensibilidad, el sarcasmo y la agudeza o elegancia de su sentido del humor estarán determinados por su nivel de competencia. Mientras más registros domine, mejor será su desempeño, desde el nivel más informal (y hasta restrictivo, si se quiere) hasta el más formal o académico. Ese es el gran desafío olvidado por algunos profesores. De hecho, la mayoría se queda en la parte formal del idioma: la gramática, la lectura, la escritura, etc. Son pocos los que se preocupan de desarrollar “Competencias”…
Cuánto es lo que podríamos llegar a saber en una lengua extranjera??? No importa la cantidad, siempre será poco. Sí, porque no importa cuan aplicados seamos al estudiarla o investigarla. Siempre habrá registros – o situaciones – en las que seremos sencillamente incapaces de comunicarnos en forma tan diestra como en nuestro idioma nativo. De hecho, está científicamente comprobado que nuestras últimas palabras, o cuando expresamos un dolor profundo, o frustración intensa, siempre, siempre, siempre, lo hacemos en nuestro idioma nativo, en nuestra lengua materna. En definitiva, somos un producto complejo entre lo que sabemos, percibimos y producimos y el resultado inmediato de nuestras destrezas y competencias lingüísticas. Lo que somos o llegaremos a ser está fuertemente determinado por esta verdad.
Esta tremenda madeja intrincada y compleja tiene un misterio más por resolver… cuál fué el origen del lenguaje?, de dónde salieron todos los idiomas? Esto equivale - también - a preguntar por el origen del ser humano. Siempre recordaré la pregunta que nos hizo el Sr. Wigdorsky en una de sus clases de gramática generativa, cuando nos explicó la teoría de la “Torre de Babel” que partía del hecho bíblico que intenta explicar el origen de los idiomas. Todos estuvimos más o menos de acuerdo, salvo las discusiones típicas entre agnósticos, ateos y creyentes. De pronto, en medio del debate, nuestro querido profesor se levanta del escritorio y dice: “Jóvenes, todo está muy bien, pero vamos a lo concreto. Le pongo un 100% al que sea capaz de decirme y fundamentar el para qué.”… Needless to say (no tengo necesidad de decirlo), ese 100% jamás fue alcanzado y declarado vacío… A la clase siguiente, al solicitarle la respuesta, nos dijo: “Jóvenes, si yo lo supiera, no estaría aquí dando clases, sería rico, famoso y estaría dando cátedra a los expertos” y lanzó esa corta pero fuerte carcajada, tan característica… Sí, aunque parezca increíble, aquel serio catedrático, también se reía, y mucho.
Disculpen la lata, pero era necesario que lo escribiera… me han quedado muchas ideas dando vueltas por la cabeza y muchos dulces recuerdos dando vueltas en el corazón.
Gracias Sra. Elia y Don Leopoldo por haber despertado en nosotros el genuino deseo de investigar y saber mucho más de lo que es evidente. La pasión con la que nos enseñaron, echó raíces profundas, tanto en nuestras mentes como en nuestros corazones.
Ah! Y sólo para aquellos que les apasiona el tema tanto como a mí, compren el libro y léanlo (que no es lo mismo). Está a la venta en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago. De verdad que quedarán sorprendidos!!! Está escrito en un lenguaje formal que cualquier persona medianamente culta podrá entender. Precisamente, esa era la gracia de nuestro querido “profe”. Era capaz de desenredar cualquier ovillo y ponerlo muy claro en nuestras mentes, no importando cuan enredado pudiese estar. Por eso, sonreí de muy buena gana al saber el título de su libro. Sin duda alguna, el seguirá viviendo allí. Este libro es el fiel reflejo de lo que fue en vida. Un gran maestro y un genio.
Desde donde quiera que Ud. esté, mi estimado profesor, sé que continua vivo por el legado que dejó entre nosotros, todos los que tuvimos el placer de tener clases con Ud.
Le envío MIL GRACIAS desde este curioso planeta, llamado tierra!!!!
Nos estamos leyendo, profesor. Hasta pronto.